UNA
TARDE NOCHE DEL DÍA DEL CARMEN
El reloj marcaba ya las
ocho y veinte de la tarde cuando comencé mi camino hacia la Parroquia del
Carmen de Puerta Nueva. Acompañado por mi hijo y amigo de fatigas y alegrías
hablábamos de diferentes aspectos, pero en especial de la “caló” que nos está
dejando muy fatigados después de tantos días seguidos.
Allí a las puertas de
dicha parroquia se congregaban los costaleros del Carmen de Puerta Nueva,
empezamos a saludar a unos y otros y los abrazos y besos se sucedían. Allí
también había capataces de otros pasos, que siguen actualmente al frente de
ellos y otros, que el destino, de otros no quiere que sigan. Costaleros
recordando lo que disfrutamos hace poco más de dos semanas con la celebración
del Regina Mater. Por cierto, han hablado de grandes bandas ese día. Creo que
se olvidaron de la banda de música “Maestro Enrique Galán”, sino hablaron de
ella fue porque no fueron a escucharla.
Intercambiamos
opiniones con las opiniones distintas de unos y otros referentes a temas de
actualidad. Así empezó la comitiva a salir poco a poco del dintel de dicha
parroquia. La seguimos hasta la misma plaza de la magdalena y allí me despedí
de la Virgen del Carmen y del pequeño Carmelo pidiéndole por unas pocas de
personas con las cuales había tenido en mi vida alguna relación de la índole
que fuese con ellos.
Los sones de la banda
de la Merced acompañan musicalmente a dicha imagen. No despedimos de “Ella” y
pusimos camino de la plaza de capuchinos. Hicimos una par de paradas saludando
a unos y otros y enfilamos la cuesta del bailío, para llegar a ver al
crucificado de piedra cordobés imponente en aquella plaza.
Allí también saludamos
a uno y otros, dónde alguno de ellos, no fueron capaces de cumplir sus promesas
como me habían dicho hace ya años y un par de horas antes en otro lugar que ya
he comentado anteriormente.
La cuestión que algunos
son ahora y no han hecho nada para serlo, y otros no lo son y si hicieron para
serlo. Pero somos así y sino bailamos al son de algunos pues ya puedes ser lo
que quieras ser que será muy difícil que te puedan dar una oportunidad para demostrar
tu valía.
Otros solo saben
deambular por las calles de nuestra ciudad, y saliendo de los jardines de
Colón, salía Ella, majestuosa. Acompañada por mucha gente de su colegio y otros
que lo hacían para acompañar. Justo antes de entrar en la plaza empedrada hubo
un cruce de miradas. Mirada impregnada de añoranza, dolor, pena, alegría y de
saber que hay motivos y formas que no entenderemos en las hermandades
cordobesas.
A la entrada de la
plaza de capuchinos un momento muy especial. Esperando a la Virgen del Carmen
ante el azulejo de la Virgen de la Paz y Esperanza, la cuadrilla de costaleros
de ese palio, esperando a su capataz para darle un sencillo y emotivo hasta
luego capataz. Para algunos, muy doloroso, verdad Luis. Para otros, algo aún
incomprensible. Para otros que iban debajo acompañando a su capataz, intentando
buscar una razón, que es difícil de encontrar.
En frente, costaleros
del paso del Señor de la hermandad de la Paz y Esperanza. Encuentro de
emociones y de sensaciones difíciles de explicar. Sólo decirles a unos y otros
que las personas pasamos y la hermandad y las imágenes quedarán. No hagan más
difícil la situación para unos y otros. Cada uno tendrá su verdad y su razón y
la otra parte tendrá su verdad y su razón.
Después de emocionarme
con Mi Amargura, a los sones de la banda que conocen va detrás de la Virgen del
Carmen de San Cayetano. La Virgen se paro de frente a la representación de la
hermandad de la Señora de Córdoba. Allí en unos instantes iría a presentarse
ante la representación de la hermandad de la Paz y Esperanza. Otro momento
difícil para muchos. De fondo Saeta Cordobesa para una mirada alicaída pero a
la vez emocionada de su capataz.
Mientras tanto seguía
saludando a cofrades, costaleros y capataces. Era un día de la Virgen del
Carmen algo especial por aquellos lares de la Córdoba cofrade.
Para terminar hoy sólo
me queda ese apretón de manos que me dio el capataz de la Virgen del Carmen
buscando el Colodro. Y esa mirada que cruzamos Rafael. Sólo darte las gracias y
no fui ni costalero ni miembro de algún equipo contigo, pero fue especial ese
apretón y esa mirada.
Así acabó este día
donde mis últimas palabras fueron rezarle a la Virgen del Carmen de San
Cayetano, por otras pocas de personas para que las siga bendiciendo y pueda
seguir disfrutando de ellas a mi alrededor.
Pachi Giraldo.
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