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jueves, junio 11, 2020

EN MI HUERTO DE LOS OLIVOS: OCTOGÉSIMO NOVENO DÍA DE CONFINAMIENTO


OCTOGÉSIMO NOVENO DÍA DE CONFINAMIENTO

¿ME COMPRA UNA BARRA DE PAN PARA

COMER?







El pasado viernes se acabaron los diez días de luto oficial en España. Los fallecidos en nuestro país por esta pandemia, enmascarada y oscura, ya no sabemos cuantos son exactamente, ya que este gobierno de este país llamado España, quiere difuminar su insensatez e incongruencia a la hora de dar los datos exactos por vergüenza.


Es cierto que poco a poco se están acabando las fases y el país parece recobrar su normalidad. Tristemente no es así. La verdad verdadera se la digo yo en hechos que han acaecido en torno de mi. Les explico. Justamente el lunes pasaba por una plaza céntrica de nuestra ciudad y veía como el local de un amigo mío donde regentaba un bar había echado definitivamente la persiana.


Esta es una de la verdades verdaderas que esta pandemia sanitaria por su mala gestión gubernamental ha dado al traste con muchos negocios. Y sino tiempo al tiempo. Ahora va a venir la pandemia económica enmascarada en palabrería barata y estúpida en ¡Alo Presidente! Y sino pregunten a todos los trabajadores en ERTE que aún no han recibido su parte. Bla, bla, bla…


El martes pasado después de realizar una visita de mi trabajo, me pare en una terraza de una cafetería a tomarme una botella de agua con mi novia. En ese rato de reposo mientras miraba mi móvil, veía a los lejos a una muchacha joven, un poco desaliñada en cuanto a su forma de vestir y tirando de un carrito de la compra.


Esa muchacha joven tenía la cara un poco desencajada por tener que ir pidiendo por las mesas un sustento. Y llego a la mesa donde nos encontrábamos Ana y yo. Esa mujer nos pidió una barra de pan para comer. Y lo que me dolió no fue que pidiera una barra de pan para comer, fue la poca solidaridad de las mesas anteriores por no ser capaces de dar un misero euro que puede costar una barra de pan. No se si con ese euro compraría una barra de pan, pero era el detalle de que nadie fuese capaz de dar nada con lo que esta cayendo en nuestro país económicamente hablando.


Justamente estábamos al lado de una panadería y le compre esa barra de pan y estando dentro, la mire a la cara y le pregunte si quería algo más y con una sonrisa me pidió si le podría comprar un dulce. Una milhoja que miraba con cara de gusto, que me lleno de satisfacción. Seguramente esa milhoja no le iba a quitar el hambre, seguro que no, pero ver esa cara de saber que iba a poder disfrutar de comerse un simple dulce y llevar a su casa una barra de pan, valió el día.


De verdad, que no salgo de mi asombro. ¿En qué nos estamos convirtiendo? Estamos todos con ganas de salir a la calle, tomar un café en una cafetería, una cerveza con un amigo o comer en nuestro restaurante preferido. Pero ver a tanta gente que no tuvo el detalle de dar un euro, no lo entendía. Quizás no lo tuvieran de sobra en ese momento, puede ser, pero si estaban sentados en las terrazas de tres comercios de hostelería.


Espero que no nos estemos convirtiendo en virus humanos sin moralidad ni ética de ningún tipo. Es triste que sigamos mirándonos solo nuestros ombligos, con la cabeza agachada hacia abajo y sin poder ver la realidad de nuestros vecinos. Debemos de ser más humildes y aportar un simple kilo de comida a esa familia que quizás no tenga para comer mañana. Así es como debemos de demostrar que somos buenas personas, no solo cofrades, de pasear nuestras imágenes, sino siendo solidarios con los necesitados de verdad.

Bueno hay temas muy candentes actualmente en nuestras hermandades y bandas, pero ya tocará en otro momento. Ahora veo más necesario hablar de la solidaridad hacia los más necesitados. Estando como estamos y viendo lo que vemos, ¿no seremos nosotros xenófobos con los que no tienen? Piensen lo y den le una vuelta a sus cabezas.


Sean felices y extrapolen lo, quizás con un simple kilo de comida vean una sonrisa que les haga el día más feliz.


Pacho Giraldo

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