OCTOGÉSIMO
NOVENO DÍA DE CONFINAMIENTO
¿ME
COMPRA UNA BARRA DE PAN PARA
COMER?
El
pasado viernes se acabaron los diez días de luto oficial en España.
Los fallecidos en nuestro país por esta pandemia, enmascarada y
oscura, ya no sabemos cuantos son exactamente, ya que este gobierno
de este país llamado España, quiere difuminar su insensatez e
incongruencia a la hora de dar los datos exactos por vergüenza.
Es
cierto que poco a poco se están acabando las fases y el país parece
recobrar su normalidad. Tristemente no es así. La verdad verdadera
se la digo yo en hechos que han acaecido en torno de mi. Les explico.
Justamente el lunes pasaba por una plaza céntrica de nuestra ciudad
y veía como el local de un amigo mío donde regentaba un bar había
echado definitivamente la persiana.
Esta
es una de la verdades verdaderas que esta pandemia sanitaria por su
mala gestión gubernamental ha dado al traste con muchos negocios. Y
sino tiempo al tiempo. Ahora va a venir la pandemia económica
enmascarada en palabrería barata y estúpida en ¡Alo Presidente! Y
sino pregunten a todos los trabajadores en ERTE que aún no han
recibido su parte. Bla, bla, bla…
El
martes pasado después de realizar una visita de mi trabajo, me pare
en una terraza de una cafetería a tomarme una botella de agua con mi
novia. En ese rato de reposo mientras miraba mi móvil, veía a los
lejos a una muchacha joven, un poco desaliñada en cuanto a su forma
de vestir y tirando de un carrito de la compra.
Esa
muchacha joven tenía la cara un poco desencajada por tener que ir
pidiendo por las mesas un sustento. Y llego a la mesa donde nos
encontrábamos Ana y yo. Esa mujer nos pidió una barra de pan para
comer. Y lo que me dolió no fue que pidiera una barra de pan para
comer, fue la poca solidaridad de las mesas anteriores por no ser
capaces de dar un misero euro que puede costar una barra de pan. No
se si con ese euro compraría una barra de pan, pero era el detalle
de que nadie fuese capaz de dar nada con lo que esta cayendo en
nuestro país económicamente hablando.
Justamente
estábamos al lado de una panadería y le compre esa barra de pan y
estando dentro, la mire a la cara y le pregunte si quería algo más
y con una sonrisa me pidió si le podría comprar un dulce. Una
milhoja que miraba con cara de gusto, que me lleno de satisfacción.
Seguramente esa milhoja no le iba a quitar el hambre, seguro que no,
pero ver esa cara de saber que iba a poder disfrutar de comerse un
simple dulce y llevar a su casa una barra de pan, valió el día.
De
verdad, que no salgo de mi asombro. ¿En qué nos estamos
convirtiendo? Estamos todos con ganas de salir a la calle, tomar un
café en una cafetería, una cerveza con un amigo o comer en nuestro
restaurante preferido. Pero ver a tanta gente que no tuvo el detalle
de dar un euro, no lo entendía. Quizás no lo tuvieran de sobra en
ese momento, puede ser, pero si estaban sentados en las terrazas de
tres comercios de hostelería.
Espero
que no nos estemos convirtiendo en virus humanos sin moralidad ni
ética de ningún tipo. Es triste que sigamos mirándonos solo
nuestros ombligos, con la cabeza agachada hacia abajo y sin poder ver
la realidad de nuestros vecinos. Debemos de ser más humildes y
aportar un simple kilo de comida a esa familia que quizás no tenga
para comer mañana. Así es como debemos de demostrar que somos
buenas personas, no solo cofrades, de pasear nuestras imágenes, sino
siendo solidarios con los necesitados de verdad.
Bueno
hay temas muy candentes actualmente en nuestras hermandades y bandas,
pero ya tocará en otro momento. Ahora veo más necesario hablar de
la solidaridad hacia los más necesitados. Estando como estamos y
viendo lo que vemos, ¿no seremos nosotros xenófobos con los que no
tienen? Piensen lo y den le una vuelta a sus cabezas.
Sean
felices y extrapolen lo, quizás con un simple kilo de comida vean
una sonrisa que les haga el día más feliz.
Pacho
Giraldo
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