LA FIESTA DE LOS RECUERDOS
Hoy es miércoles de ceniza, puerta de cuarenta días
llenos de intensidad cofrade, preámbulo de la semana más espléndida y al tiempo
más romántica del año, donde confluyen presente y pasado, ilusión y realidad,
alboroto y recogimiento.
Con el pasar de los días van apareciendo iconos a
nuestro alrededor que nos acercan a aquello que todos los cofrades esperamos
todo un año. “Igualás” de las distintas cofradías, cultos de las distintas
imágenes que sobre efímeros altares repletos de simbología y catecismo nos
acercan aún más al verdadero sentido de todo, los capirotes de Alfonso XIII,
torrijas en las confiterías, el aroma a incienso que va inundado el ambiente de
recuerdos imborrables que hacen de esta fiesta algo inigualable, algo
increíble.
Porque va unida a la primavera es una verdadera fiesta
de los sentidos.... olor, gusto, tacto, vista y oído confluyen para crear un
universo único que si bien aparece cada año nos vuelve a transportar a tiempos
pasados que ya no volverán pero que todos guardamos en aquel rincón de nuestra
memoria.
Aún recuerdo esas noches de ensayos hasta altas horas
de la madrugada en días laborables y sin un reproche, ansioso que llegara el
próximo. También recuerdo el olor a túnica recién planchada y con el mimo que
solo una abuela o una madre sabe tener dejarla caer suavemente para que ni el
aire la arrugara. Recuerdos me traen las fiestas de regla con la suprema
veneración de Aquel por el que todo ocurre. Recuerdo los días del almanaque
tachados uno a uno como si de una condena se tratara buscando el final de los días... el principio
y fin de todo. Recuerdo aquellos casetes de marchas procesionales que llegado
este tiempo se empezaban a oír en los coches sin temor a que te miraran con
extrañeza. Las casas se hermandad se llenan de vida en este tiempo, limpieza de
enseres, como recuerdo quitar la cera de los faroles ayudado por la inestimable
experiencia de los mayores, montaje de
pasos, la flor recién cortada...y aunque sea tópico recuerdo ese brotar de
azahar que anunciaba lo que ha de venir.
Todos en nuestro arca de los recuerdos en el que solo
depositamos los que nos hace feliz, guardamos nuestra individual, única e
irreemplazable visión de lo que vamos a vivir, queriendo que se repitan año a
año esas benditas costumbres y esos perfectos momentos, frustrándonos incluso
si no ocurre de ese modo.
Vivamos intensamente lo que ha de venir, disfrutemos
de cada acto, cada concierto, cada momento porque les aseguro que una vez
pasado ya no vuelve, vendrán otros, quizás mejores pero ese ya no, ese pasará a
engrosar el álbum de los recuerdos.
SOLEDAD FRANCISCANA
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