UNA
CUARESMA CONFINADA
Foto: artencordoba
Estamos
pasando días muy duros y difíciles de ver que la semana más esperada, añorada,
querida y amada se nos estropee de la manera que la conocemos. Cierto. Pero no
es menos cierto que ahora es cuando hay que demostrar de verdad, la unión de
los jartibles cofrades. De todos sin excepción, que los habrá.
Los
acontecimientos más terribles que nunca podríamos pensar que ocurrirían, han
ocurrido. A quién de nosotros, si nos hubiesen preguntado que si no veríamos
una Semana Santa, íbamos a decir que no. Eso era imposible en nuestros tiempos
que corren hoy en día. No vivimos la Guerra Civil de España, que ya se quedaron
sin Semana Santa, que parece que ahora, no hay nada más que gente que la
quieren rescatar. Junto a su postguerra. Dejen la historia de nuestro país en
los libros no remuevan más las conciencias de unos y otros. Nosotros no pasamos
por ella, pero lo hicieron nuestros familiares con más experiencia.
Y
ahora nos viene, un mal en torno a una enfermedad. Una plaga, que habrá más de
uno que la compare con alguna escritura de algún libro viejo, que no habremos
leído en su totalidad pero si hemos escuchado en más de una misa. Ahora debemos
de estar más unidos que nunca y hacer caso a las órdenes que nos dictan los
gobernantes, sean los que sean, aunque algunos jueguen con la salud de su pueblo.
Ahora
tenemos que hacer una verdadera Estación de Penitencia, es quedarnos en
nuestras casas. Ahora tenemos que realizar un verdadero examen de conciencia.
De mirarnos a nuestro interior y ver si esto no será un castigo de tanta
injusticia. De tanto juez que hay por nuestras calles que juzgamos a cada uno
de nosotros, por el simple hecho que no piense igual que uno. Nos creemos
sabios cuando solo tenemos unos años de experiencia y tenemos un dedo acusador,
como la lengua de una serpiente, afilada y fina. Antes de hablar de otro,
miremos nos cada uno de nosotros.
Ahora
vamos a ver la verdad verdadera de cada uno de nosotros. Ahora vamos a ver los
valientes y fuertes. Ahora vamos a ver los que pueden de verdad con esta
situación que hasta hoy no se nos había dado. Ahora vamos a ver si somos
capaces y capataces de tener una Semana Santa sin cofradías en la calle. Ahora
tenemos que demostrar que hay algo más, que no solo es evangelizar por las
calles. Es demostrar nuestras creencias de otra manera, es demostrar nuestra fe
con otras formas.
Esta
será y es una Cuaresma confinada, en nuestras casas, en nuestra mente, en nuestra
tristeza, en nuestro devenir de las cosas distintas a lo normal, rezaremos en
casa, buscaremos esos videos que nos hagan ver lo que queríamos que fuera y no
fue. Viviremos la Cuaresma de una forma distinta a las vividas, que a nadie le
gusta. Pensemos por aquellas personas que cuando nosotros disfrutábamos de
ella, los enfermos no podían, los impedidos no podían, los dolidos con la vida
renegaban de su Dios. Espero que cada uno de nosotros reflexionemos por si esta
Cuaresma es la última de nosotros. Vivamos la Cuaresma desde nuestras casas
como si estuviésemos en la calle, viendo cultos, recogiendo las papeletas de
sitio, preparando cada uno nuestros respectivos atuendos, vivamos la Cuaresma
de una manera distinta a lo normal.
Esta
Cuaresma es esa chicota mala donde las haya, esa levanta horrible, ese dolor de
pies de una mantilla por una calle empedrada, esa candelería apagada por el
viento, ese nazareno en cuclillas cansado, un cirio sin llorar su cera, un
pregón sin ser leído, una partitura que seguirá en su carpeta, esas lágrimas
recorriendo una mejilla en cada casa, una junta de gobierno en un cabildo antes
de tomar una decisión dura, una Cruz de Guía que no abre un cortejo, una
canastilla sin caramelos ni fotos que dar, un incensario sin incienso, un palermo
que seguirá en su armario guardado, una túnica sin que la abuela de turno le
quite su tesoro más preciado la cera, una vara sin ser paseada con su garbo, fotógrafos
sin realizar esa instantánea que pudiese ser ese cartel, una corneta muda ¡qué
tristeza!, un tambor sin ser besado por su amiga infatigable la baqueta, un
alfiler que no encontrará tocado, un manto sin ser colocado en su pollero de
turno, esa flor que seguirá en su invernadero, un llamador quieto y silencioso,
ese pañuelo blanco esperando su perfecto doblez, esa peina que seguirá en su
caja, esa papeleta de sitio querida y esperada para ser ahora un simple lugar
olvidado, ese candelabro que no rozará ese saliente de la calle, esa bambalina
quieta esperando besar su varal, ese rosario esperando una mano suave donde
rezar, un costal dispuesto a trabajar y se quedara callado, una faja esperando
abrazar una cintura, unas zapatillas que no besaran las calles de nuestra
ciudad, y el azahar se cae porque llora un año más, pero este año no la verá
pasar, solo sabrá que habrá Semana Santa de una manera especial. Es ahora
cuando debemos demostrar lo que somos de verdad católicos, cofrades, personas
de fe de categoría.
Pachi
Giraldo
Pd.-
Felicidades a los José, Pepe, Josefa, Pepa, y por supuesto a cada uno de los
padres que hay.
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