LA
SEMANA SANTA DEL 2022
Foto: Pachi Giraldo
Después de unos días ya
pasados desde el 17 de abril, toca tranquila y sosegadamente, analizar lo que
hemos vivido en la Semana Santa del 2022.
Hemos disfrutado, cada uno a
la manera que ha querido o podido, de una Cuaresma muy intensa, que nos ha
hecho recordar a la Cuaresma de cualquier otro año que vivimos.
En ella hemos tenido y
disfrutado de aquellos actos en los cuales estábamos más identificados que
otros. Pero no por ello, significa que no nos hubiese gustado estar en alguno
de esos actos que no pudimos asistir por el motivo que fuere.
En una Cuaresma, con
mascarillas aún, aunque cada vez se veían menos y éramos muchos los valientes
que nos atrevíamos a pasear por las calles ya sin ellas, había momentos que nos
poníamos nuestra mascarilla ante la cercanía de personas y por el temor de que
el “bicho” seguía entre nosotros.
Casi sin darnos cuenta, los
cuarenta días pasaron más rápido que el AVE, y sin esperarlo salía la Bondad a
la calle en una tarde soleada que empezaba a entonarse primaveral y una plaza
de la Fuensanta, como dirían los taurinos, casi llena.
Unos días después el imponente
nazareno del Soberano Poder de Dios, nos agolpaba y tras Él, el Señor de la
Salud en la representación del misterio del Beso de Judas, ya era distinto,
había un cortejo con nazarenos y eso nos erizaba el vello…
Viernes de Dolores, que para
nuestra ciudad milenaria es un día magnífico y aunque un poco fresco dejó un
cielo azul y como no, el reguero de cofrades y no cofrades por la inmensa
mayoría de actos cofrades que el día nos deleitó.
El Sábado de Pasión volvió a
poner en la calle a varias pro y hermandades que trabajan y suspiran ser cofradías,
para poder entrar en la semana grande por antonomasia de sus hermanos y cofrades
y exponer su catequesis andante a la Mezquita Catedral por las respectivas
calles de sus recorridos.
Y amaneció el Domingo de
Ramos, las puertas de la parroquia fernandina se abrieron y con ello comenzaba
después de casi tres años una nueva Semana Santa. Hebreos, palmas, cirios,
nazarenos y una Entrada Triunfal que nos mostraba un año más, y no recuerdo ya
cuantos, la semana de Pasión más esperada en mucho tiempo para todos.
A partir de ahí, la historia
que sigue la conocen cada uno de ustedes a su forma y manera. Cada uno la ha
vivido y sentido como ha creído que era la mejor experiencia y talante de
vivirla.
Y me quedo con esto último,
que me ha sorprendido sobremanera, que hemos sido muy pocos, bajo mi humilde
punto de vista, los que hemos disfrutado de su religiosidad y trasfondo. Para
muchos y muchas ha sido una fiesta que llevábamos casi tres años sin ver. No se
respetaba el cortejo de las cofradías por casi ninguna calle. Algarabía, voces,
faltas de respeto al paso de una imagen sagrada, botellones, vasos largos da
igual de cristal o plástico, era ver una fiesta que llevan un paso no el
verdadero sentido religioso de una catequesis móvil. Móviles por doquier por
grabar un video o realizar una foto, y que conste que el primero era yo, pero
lo hacía con respeto, sabiendo que lo que estaba grabando es de respetar.
Se acercaba un paso y el ruido
era estruendoso, costaba trabajo escuchar la música que acompañaba el paso de
las sagradas imágenes. Seguro que los que puedan detenerse a leer un momento
este artículo, dirán que, si están de acuerdo o que no, pero por poner un
ejemplo ¿Cuántos fuimos a rezar ante un monumento un Jueves o Viernes Santo? O
simplemente de todos esos que vociferaban cuan caseta de feria estuvieran o
fiesta, no digo ir a misa, sino simplemente entrar y rezar la oración más corta
que conocieran.
Sólo se callaban si el
misterio hacía el cambio tal o si en la marcha cual iba el sólo aquel o la
palillera de esa marcha que es la que les gusta a esos fiesteros cofrades. Si
en la banda tal va tocando fulano y en esa cuadrilla mengano dice los cambios. Es
una pena, y creo que la esencia la estamos perdiendo en las nuevas generaciones
que demuestran que no son creyentes, pero si kofrades. Kofrades de lo que les
gusta solamente la fiesta. Quedamos cada vez menos cofrades creyentes que vemos
que se está perdiendo la esencia y lo decía un Hermano Mayor, no hace mucho, en
una red social, cada día hay menos nazarenos y menos nazarenos con arrugas en
las manos.
Pachi Giraldo