La Virgen del Carmen recorre solemnemente los barrios de Santa Marina y la Magdalena.
17/07/2011 FRANCISCO MELLADO
- La Magdalena La Virgen del Carmen de Puerta Nueva.Foto:TONI BLANCO
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- Santa Marina Procesión de la Virgen del Carmen de San Cayetano.Foto:TONI BLANCO
Atrás quedaron los intensos días de novena. Guardada en la retina quedará la
imagen del Carmen de San Cayetano luciendo la hermosa tiara de oro sobre el
negro pelo de guapa cordobesa del barrio de Santa Marina. O las sentidas
palabras del cofrade Carlos Herencia, pronunciadas en un exaltado pregón al
Carmen de Puerta Nueva. Todo será ya un recuerdo de un mes de julio que poco a
poco se aleja.
Un mes de julio que un año más nos dejó dos procesiones de la Virgen del
Carmen por las calles de la ciudad. Comitivas que bajo una misma advocación
recorrieron dos de los barrios más castizos de la ciudad: Santa Marina y la
Magdalena.
La primera de ellas partió desde San Cayetano en una procesión que en
momentos fue sencillamente exquisita. Tras la función principal, el cortejo se
encontraba preparado en el interior de la iglesia de San Cayetano, al fondo ya
se vislumbraba el blanco palio, primor de oro, seda y plata donde los carmelitas
descalzos y su archicofradía procesionan a su patrona.
Un palio que en la noche de ayer lució totalmente bordado y estrenando dos
jarras en plata de ley, que presagian cómo será el conjunto una vez culminado.
No era el único estreno, ya que se pudieron ver las nuevas dalmáticas bordadas
en oro o la recién remozada fachada de la iglesia de San Cayetano, que sirvió de
escenario perfecto para la procesión, y es que el padre Juan Dobado, prior del
convento, está en todos los detalles.
Así y a los sones de la banda de la Esperanza, la Virgen alcanzó la Cuesta de
San Cayetano, donde momentos antes había pasado el pequeño paso de Santa Teresa
de Jesús portado por una cuadrilla mixta de jóvenes costaleros, en su mayoría
alumnos del colegio Virgen del Carmen.
Casi en paralelo, en Puerta Nueva, la Virgen del Carmen ya estaba recortada
en el cielo cordobés. Otra estampa, otro ambiente, pero un denominador común: la
devoción a la Madre del Escapulario.
La banda Tubamirum entonaba la primera marcha a la Virgen, que fue mecida
entre un inmenso mar de gente que admiraba a la poderosa imagen de los
carmelitas calzados.
Un año más, la ciudad se volvió a teñir de un intenso marrón carmelita.
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