ORGULLO HORTELANO
Pensando
en el tema a tratar en este artículo, casi mi reaparición tras varios días sin
poder tener apenas tiempo para mí.
Estas
últimas tres semanas han sido todo un obstáculo, obstáculo que he superado y
del que he aprendido una lección.
Estas
palabras van dirigidas a todas aquellas personas que hayan sentido una presión
agonizante en el pecho, a los pequeños héroes de a pie que superan cada día 24
horas de eterno sufrimiento.
Comenzaban
mis exámenes de la universidad, los míos y los de otros tantos, parece mentira
que con la que está cayendo aún nos queden ganas de seguir luchando por
nuestros sueños. Cada día estamos un paso más cerca de nuestro ansiado futuro.
A todos ellos, ánimo. A los que los han superado con creces y a los que no,
porque un fracaso implica un intento y eso ya tiene mérito.
No
solamente tuve que lidiar con la presión a la que estaba sometida, más por mí
misma que por otras personas, sino que la vida se empañaba en ponerme un
obstáculo tras otro. Mi único pensamiento era siempre: “Si supero esto, me hago
inmortal”, y aquí estoy. Día 9, domingo de febrero, he vuelto. Ha vuelto la
loca risueña, la de la sonrisa eterna, aquella que le ve el lado ’cuqui’ a las
cosas, la que mira con unas gafas de color la vida, esa, la que era y la que
soy.
A
todo aquel que haya decidido amar por encima de lo que se debe, le digo:
“Quererme más y amar menos”.
A
todo aquel que esté amando, le digo: “No quieras tanto y quiere mejor”.
A
todo aquel que haya desistido a sus sueños, le digo: “Tu carrera nunca se
levantará un día y te dirá que no te quiere”.
A
todo aquel que se sienta pequeño, le digo: “Nunca fue mejor subirse encima para
parecer más grande”.
A
todo aquel que se encuentre nadando en la desesperación, le digo: “Lo mejor de
tocar fondo es que lo único que queda es subir”.
A
todo aquel que esté leyendo esto, le digo: “El caer no ha de quitar la gloria
del haber subido” Calderón de la Barca.
Esta
última frase sentí que me la decía mi Señor cuando el pasado domingo me puse
delante de Él para que mi padre me tomase una foto, un susurro acariciaba mi
alma, un aliento que me permitía un respiro, era Él que había bajado de su
capilla y estaba a mi derecha. A mi lado, más humano que nunca.
A
todo aquel que le cueste conciliar el sueño, por problemas económicos, por la pérdida
de seres queridos, por la huida de los que pensábamos que nos querían, por la
exigencia de la sociedad, por estudios, por metas, por los fracasos, por las
caídas y la dificultad de levantarnos, por tener una enfermedad a la que
plantar cara cada mañana, a todos ellos, les digo: “HOY ES MI DÍA DE SUERTE”.
Eso
me gritaba mi Señor de la Oración cuando veía que decaía. Y es que antes de
cada examen, entre medias de cada lágrima y después de cada sonrisa, Él era mi tranquilidad,
mi consuelo y mi motivo, respectivamente. Es por ello que creo que en la gracia
eterna de Dios, es por ello que tengo fe y justo por tenerla que no lo
justifico, es por ello que doy gracias por pertenecer a mi gente de la calle
feria, a mi bendita Hermandad.
P.D:
He podido disfrutar un fin de semana más de mis hortelanos y candelarios, y me
han seguido enseñando el por qué sigue viva la palabra hermandad en su más puro
significado.
El
homenaje a “Curro” ha demostrado una vez más que la Hermandad de Nuestro Padre
Jesús de la Oración en el Huerto, María Santísima de la Candelaria, Señor
Amarrado a la Columna, Nuestra Señora del Amparo y San Eloy Obispo es una
HERMANDAD con letra mayúscula.
Gracias
a mis titulares y a su gente. Gracias por dejarme formar parte de vosotros.
María Giraldo Cecilia
Magnífico María, como siempre
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