UN DÍA
COMO EL DE HOY SERÁ VIERNES DE DOLORES
Me encuentro caminando y con
la mirada mirando a no se qué, pero mi mirada no esta pérdida, sólo busca un
horizonte nuevo, al cual aferrarme después de la última Semana Santa. Por más
que escucho marchas en mi móvil, por más que busco imágenes a las cuales sacar
un significado me cuesta trabajo, encontrar sentido a los dos años que llevábamos
sin Semana Santa. Bueno, disculpen, Semana Santa si hemos tenido tanto el año
pasado como este, me refiero a las cofradías en la calle.
Por más que esas marchas procesionales
me traen a la reminiscencia, momentos que antes eran magníficos, ahora pienso
que hemos hecho tan mal para merecernos esta segunda Semana Santa sin procesiones.
Sin poder dar testimonio público en forma de catequesis itinerante de nuestra
fe. Que si, que se lo que me van a decir. Me refiero a la esencia de nuestras
hermandades caminando por las vías de nuestra metrópoli.
Así el azahar se ha deshojado
de sus pequeñas bolitas blancas que engalanaban a los naranjos. Y sin querer el
también se ha dado cuenta que ya ha pasado nuestra y su semana más importante
de nuestras vidas. Hablo con amigos y amigas que les ha parecido esta Semana
Santa y hay sentires diversos para todos los gustos. Si fuese crítico taurino
diría que división de opiniones.
Unos que no le gusta este sucedáneo,
unas que duro se está haciendo este camino, otros que prefieren esto y otras que
nos podemos ver después de casi un año sin poder hacerlo. Cierto, y lo mejor o
peor de todo que todos y todas tienen su parte de gnosis. Pero la añoranza, la
nostalgia, la melancolía que se les ve a unas y unos en los ojos, ese es la
verdadera efusión que veo que no vivimos de igual manera.
Tuvimos momentos para rezar ante ellos, no
hacía falta esperar en una cola sin sentido, que yo la hice, desde que abrieron
las parroquias e iglesias podíamos visitar. Filas demasiado largas llenas
de espera para al final ante Ellos solo un instante sin poder tener un momento
de tranquilidad. Y hubo altares montados por sus priostes y mayordomos que
fueron preciosos. Pero…
La Semana Santa que ustedes y yo conocemos, es con las Cofradías en la
calle. Nazarenos, cirios, músicos, marchas, pregones, pregoneros, carteles,
fotógrafos, flores, floristas, orfebrería, artistas, pasos, capataces,
mantillas, torrijas, pestiños, pipas, bocadillos en el Bocadi, rincones,
plazas, calles, saetas, lluvia de pétalos, encuentros, esperas, casas encaladas
y engalanadas, azahar, naranjos, Mezquita Catedral, judería, Carrera Oficial, unos
ciriales vociferando la llegada, una genuflexión, sillas, palcos, tortilla de
patatas en el Santos, lata de refresco, botella de agua, perrito caliente en
Lucas, puestos itinerantes de frutos secos y gominolas, simpecado, “bacalao”, jardines,
monjas tras una ventana, balcones con colgaduras, casullas, incienso ¡ay! ese olor,
carbón, guantes, estampita, caramelos, canastilla, pabilo, miradas tras un
antifaz, rosario en una mano, cruz de compañera de una estación de penitencia,
lágrimas por ver y lágrimas por los que no verán, un helado, cornetas,
tambores, trompetas, uniformes, túnicas, vaso de lata, caña, punto de relevo,
esfuerzo, nazarenos de ida y de vuelta, programa de mano, niños con su bola de
cera, una levantá, una fila de nazarenos casi perfecta, una chicotá, el abrazo
de un costalero a otro debajo de un paso, una mirada entre el hueco de un
respiradero, el rezo ante una imagen con la penitencia de una lágrima,
candelerías radiantes, cañas encendiendo esas candelerías, el incesante e
incansable lagrimeo de un cirio, te echo de menos, por favor vuelve pronto...
Me marcho esta semana, sean felices y extrapólenlo, seguiremos rezando para
que un día como hoy será Viernes de Dolores.
Pachi Giraldo
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