… 40 días para la gloria
Y
llegó como quien no quiere la cosa, con paso firme, dejando atrás otros
tiempos, avisando de los que llega, de lo que queda, de lo verdaderamente importante.
Incienso,
mudás, montajes, ensayos, torrijas, reparto de túnicas, potaje, cera, cultos,
recogimiento, conciertos...
No sé
si me gusta más lo que es, o el preludio de lo que será. Cuando llega toda
pasa, el tiempo se va entre las manos, sin embargo mientras viene el tiempo nos
deja hacer malabarismos con nuestra imaginación, plasmando una fotografía
insólita, una chicotá de ensueño o una callejuela al son de campanilleros con
un palio viniendo de frente.
Hay
una sola vez que el año nos da 40 días y no más, para anhelar lo que no pudo
ser años anteriores, para pensar que esta vez sí, para creer que lo que no pudo
ser esta ve si se cumplirá, para dejar que se repita esa plaza en silencio con
un rachear de zapatilla llevando al hijo de Dios en su Buena Muerte.
40
días para que la sonrisa de un niño dibuje el amanecer radiante de un Glorioso
Domingo, para que una calle despliegue su esencia de azahar para endulzar el
amargo momento de mi Señor Orante y que la emoción se haga gente, y la gente se
haga plegaria, y la plegaria se convierta en verdadera Oración en la calle.
Porque
cuando llega se fue, cuando está se nos va, cuando se quiere quedar pasa de
largo. Por eso benditos 40 días que hacen que lo efímero del tiempo lo podamos
calmar y hacer una paradita en nuestra imaginación, fantaseando con una calle
repleta de Redención al clamor de un barrio o de una judería de negro ruan y
espigados capirotes rezando el Santo Vía Crucis tras ver a su hijo sentenciado.
40
días que permiten, una vez más, volver a ser niño, volver a vivir lo vivido,
casi exactamente igual, que te dejan creer que nada ha cambiado cuando ya nada
es igual, que permiten recordar como una madre llena de Angustias vuelve a su
barrio esta ve para quedarse ante la mirada de miles de fieles que no quieren
despertar de su sueño.
Dejemos
volar nuestra imaginación, vivamos intensamente lo que llega, porque solo cada
uno de nosotros podemos parar el tiempo, cada uno en nuestro interior sabe cuál
su momento irrepetible, ese que queremos que se repita una y otra vez, un año y
otro más, tantas veces como queramos porque mientras se va desgranando uno a
uno cada uno de los días, la vida parece que nos da una nueva oportunidad para
ilusionarnos con lo que vendrá.
40
días para vivir, 40 días para soñar, 40 días para la gloria.
No hay comentarios:
Publicar un comentario