08/03/2010 INMACULADA
Hace escasos días, mientras leía las noticias generales, me sorprendió que apareciera entre los titulares que este año una cofradía estrenaba la incorporación de la mujer por primera vez a su estación de penitencia desde su fundación. Inmediatamente reflexioné que parece mentira que nos usen en pleno siglo XXI como estreno de una Semana Santa ejemplar, moderna y renovadora. La mujer en las cofradías constituye un argumento aburrido para tantas y tantas mujeres que llevamos muchos años cubriéndonos el rostro con nuestro antifaz para realizar la estación de penitencia.
A modo de referencia, este año el honor del título de cofrade ejemplar se le ha concedido a una mujer de edad avanzada pero que continúa mostrando ese espíritu joven del cofrade.
Es cierto que durante muchos años las cofradías no permitieron la presencia de la mujer, incluso hubo muchas que presumían de la incorporación de un ser humano de naturaleza femenina en sus cortejos procesionales, si bien les hacían ocupar un lugar específico sin atender a su antigüedad, ni a su labor desempeñada en la hermandad durante todo un largo ejercicio.
Pues bien, en la actualidad, las cofradías se nutren en su mayoría por mujeres en sus filas nazarenas. ¿Por qué entonces seguimos siendo argumento de estreno en la Semana Santa? ¿Qué interés les asiste para que sigamos siendo titular en los medios de comunicación? ¿Hasta cuándo continuarán presentando a nuestras hermandades como algo obsoleto, trasnochado y avinagrado?
Nuestras corporaciones son asociaciones públicas de fieles que han evolucionado con la sociedad en la que se encuentran inmersas.
Nadie puede darnos lecciones de principios de igualdad, justicia y amor al prójimo, cuando Jesús hace tantos siglos los predicaba y los mismos son los que, precisamente, inspiran el espíritu de nuestras reglas.
Desde mi humilde posición, quisiera manifestar y exigir que seamos titulares en la prensa por nuestro nivel asistencial con los necesitados, por nuestra colaboración en las labores desempeñadas dentro de las parroquias donde tenemos las sedes canónicas, por nuestro compromiso con nuestra tierra de legar a las siguientes generaciones un patrimonio artístico digno de admiración y de enseñanza. En resumen, por continuar con nuestra tarea de anunciar al mundo la vigencia del mensaje de Cristo.
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