29/03/2010 RAFAEL SANCHEZ VAQUERO
Numerosos son los estrenos que hemos podido observar este año en la hermandad de la Esperanza: varales y candelabros de cola del paso de palio, restaurados por el orfebre Domínguez Machuca, un nuevo bastidor de Juan Amador García Casas, dos incensarios y la terminación de las jarras y de todas las tandas de la candelería, que se estrenaron en la pasada Semana Santa.
La Banda María Santísima de la Esperanza, también está de estreno, pues dos son las marchas que comenzaron su andadura este 2010. Esperanza es un regalo que el hijo del compositor Pedro Gámez Laserna (autor, entre otras, de la marcha Saeta cordobesa ) ha donado a la banda.
No cabe duda el amor que siente Córdoba por esta hermandad. Durante todo el recorrido han sido muchas las muestras del fervor que atesoran dichas imágenes, saetas que cortaban la respiración, aplausos cada levantá y un gentío que acompañó durante todo el recorrido al cortejo.
Pasada la media noche, San Andrés hervía ante la inminete llegada del cortejo, abría paso la banda incorporada en último instante, Nuestra Señora de la Amargura de Peñarroya, seguida de una fila de túnicas blancas y demás enseres de la cofradía, la banda de Nuestro Padre Jesús de la Pasión y el paso de cristo aunaron la impresionante revirá a la entrada de la plaza, ante la mirada atenta de la gente. Pero fue a la llegada de la Esperanza, cuando la calle rompió en aplausos y llantos contenidos, miradas que se fundían en sus lágrimas gitanas y ella, siempre madre, guardó bajo su níveo palio y su manto de esperanza. San Andrés es blanco gitano.
Se nota que la hermandad cuida su futuro, pues numerosa ha sido la chiquillería que ha acompañado a sus titulares en este explendido Domingo de Ramos.
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